Uruguay, Holanda y Portugal comparten experiencias respecto al cannabis y su legalización.

Una pregunta común que se realiza a quienes pretenden cambiar al paradigma de la prohibición de la marihuana en México mediante la regulación de la producción, venta y consumo de cannabis, es ¿qué modelo internacional puede ser viable para aplicarse a la hora de modificar la actual política de drogas?

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El holandés, contestarían algunos, con sus coffeshops en zonas delimitadas; el norteamericano, dirían otros, el de primero legalizar el consumo de cannabis con fines medicinales y tras la costumbre, legalizarla con fines recreativos.
Esta semana, durante el foro tricameral “De la Prohibición a la Regulación, nuevos enfoques en política de drogas”, se presentó la mesa de debate “La política de drogas en el mundo”, para comparar experiencias con otros países que han modificado el paradigma de la política de drogas, a fin de no criminalizar el consumo de la marihuana.
HOLANDA
Al hablar sobre la política de drogas, el embajador de los Países Bajos en México, Dolf Hogewoning, detalló que personas en diversas partes del mundo tienen ideas preconcebidas sobre Holanda que no son verdaderas. Por ejemplo, al contrario de lo que se cree, técnicamente Holanda nunca ha legalizado la marihuana.
El diplomático expuso cuatro mitos sobre la forma en que este pequeño país europeo ha resuelto el consumo de marihuana. Para decepción de muchas personas que sueñan con adentrarse al misterioso mundo de los expendios de marihuana, Hogewoning aseguró que no existen estos coffeeshops en cada esquina de los Países Bajos.
Aseguró que el número total de coffeeshops es alrededor de 650, en todo el país. Es decir, en 75% de los municipios de los Países Bajos no hay ningún establecimiento de este tipo, aclaró.
La mayoría de estos expendios se concentran en las áreas urbanas de Amsterdam, Rotterdam, La Haya y en la región fronteriza del sur, bajo ciertas normas: No se publicitan, no hay venta de drogas duras, se vigila estrictamente que los coffeeshop no alteren el orden público en los alrededores, se prohíbe la entrada y/o venta a jóvenes menores de 18 años y el nivel máximo para la venta es máximo de cinco gramos por persona al día.
“Los coffeeshops están bajo supervisión del Alcalde. Pueden estar sancionados y cerrados de forma temporal o permanente. La atracción de turistas de drogas en regiones de la frontera sur, Amsterdam, Rotterdam y La Haya, causan molestias en la población local. A pesar de nuestros esfuerzos para mantener el estricto control sobre la venta de la cannabis pidiendo, que el consumidor demuestre su residencia de los Países Bajos.
El segundo mito al que el diplomático se refirió fue: todo de tipo de drogas está a la venta en Holanda. Aseguró que en su país existe una legislación y regulación inflexible para distinguir dos tipos de drogas, lo que ellos llaman “separación de los mercados”.
La primera enumera las drogas duras, que son aquellas que tienen un riesgo inaceptable para la salud pública: heroína, cocaína, éxtasis (XTC), anfetaminas.
La segunda lista contiene las drogas blandas, que suponen un riesgo menos significativo para la salud pública: cannabis (hachís y malezas), pastillas para dormir y tranquilizantes, setas alucinógenas, khat.
El tercer mito que Dolf Hogewoning desmintió que existan más usuarios y adictos en Holanda por la política tolerante de drogas, que en otros países de Europa.
“A pesar de que actualmente estamos un poco por encima de la media europea en cuanto al consumo de drogas, dentro de nuestra población se pierde el interés sobre estas substancias, especialmente en la cannabis, donde el consumo es del 7%. Otro claro ejemplo de la pérdida del interés es el decremento de las cofeeshops las cuales, como mencioné, no están en todo el territorio y el número no es muy representativo”, afirmó el diplomático.
El cuarto mito: El uso de drogas no es considerado como una amenaza para la salud pública en los Países Bajos.
El embajador de los Países Bajos en México, Dolf Hogewoning, se refirió a los esfuerzos de la Secretaría de Salud, Bienestar y Deportes de Holanda para apoyar a los grupos vulnerables, establecer patrones de calidad y programas de desintoxicación.
Aseguró que la Ley de Salud Pública, del 2008, trata como enfermo al adicto a las drogas, y le brinda tratamiento y servicios de salud mental.
Al igual que en varios estados de Estados Unidos, la cannabis medicinal puede ser adquirida en los Países Bajos con receta en las farmacias, a partir de 2003. El cultivo, elaboración y envasado se realiza de acuerdo a las normas farmacéuticas y son supervisados por la Oficina para el Cannabis Medicinal (BMC).
Un ciudadano de los países bajos tiene permitido como máximo cinco plantas cannabis en su domicilio.
Por otro lado, la reducción de daños es una importante piedra angular de la política de drogas en los Países Bajos.
“Actualmente, los proyectos son: Programas de metadona que es un tratamiento que se utiliza para la adicción a opiáceos; disposición de agujas limpias para evitar el contagio de enfermedades mortales; y la campaña nacional de vacunación contra la hepatitis B, dirigidas a grupos de riesgo de comportamiento, que tiene como objetivo minimizar los efectos negativos para los usuarios y la sociedad”, explicó.
El embajador de los Países Bajos en México concluyó que su política de drogas ha demostrado ser efectiva, en los términos de que la proporción de usuarios de drogas blandas no ha sido demasiado alta, en comparación con otros países europeos.
Sin embargo, destacó que las molestias relacionadas con las drogas no han desaparecido con su modelo, situación inaceptable que ha provocado el endurecimiento progresivo de las políticas, pero sin dejar de lado el asunto de salud pública.
“Una cuestión importante es el equilibrio entre salud pública y el orden público. Si la política de drogas es demasiado represiva y pone demasiado énfasis en el orden público, la población de usuarios puede volverse invisible, y de esta manera las medidas de salud pública como la prevención y el control de enfermedades infecciosas sería mucho más difícil.
URUGUAY
En agosto pasado, Uruguay se convirtió en el primer país de América Latina en permitir legalmente la venta de marihuana.
En diciembre entrará en vigor la nueva legislación para regular la venta y consumo de marihuana, no sólo con fines terapéuticos, sino recreativos. Con la nueva ley, el Estado tendrá control sobre la producción, distribución y venta de cannabis, a fin de combatir el trafico ilegal de esta droga blanda.
Diego Cánepa, ex Legislador y ahora prosecretario de la Presidencia de Uruguay, aseguró que sus paisanos entendieron que la primer droga más consumida en el país es el alcohol; seguida del tabaco, ambas, drogas legales. La tercera droga más consumida, dijo, es la marihuana, la cual está prohibida.
Relató que al gabinete del Presidente José Mujica se le preguntó una buena razón para mantener la política de prohibición, pero nadie pudo dar una respuesta. Por lo que este pequeño país sudamericano, de apenas 3.5 millones de habitantes, se aventuró a regular la venta y el consumo de cannabis.
“Es una regulación estricta del mercado de la marihuana, como tenemos una regulación estricta en el mercado del alcohol, como del tabaco. Estamos convencidos de que generar un control estatal del mercado de cannabis nos va a permitir desarrollar políticas públicas de salud mucho más efectivas”, aseveró Diego Cánepa.
El camino de esta aventura no fue tan simple, admitió, las encuestas indicaban que una amplia mayoría de los uruguayos estaban en contra de una política vinculada a la marihuana.
“¿Por qué seguimos adelante con la decisión? Porque estábamos absolutamente convencidos que en el proceso de discusión con la sociedad nosotros íbamos a cambiar esa mayoría, porque teníamos un discurso único y dominador de muchos años en América Latina, que también en Uruguay influyó mucho”, detalló Cánepa.
A diferencia de México, este país sudamericano tuvo un plus para seguir adelante con su legislación sin enfrentar obstáculos políticos internacionales.
“Por supuesto nosotros también teníamos una ventaja, tenemos la capital de América más lejana de Washington (Montevideo), entonces además de que somos muy poquitos estamos muy lejos y no nos prestan mucha atención y eso es una bendición para Uruguay en los últimos 50 años”, precisó.
La nueva ley uruguaya contempla que el Gobierno controlará de forma estricta toda la cadena de producción, comercialización y venta de marihuana. Para ello, creará el Instituto de regulación y Control del Cannabis (IRCCA), mediante el cual concederá permisos a personas o empresas para plantar y comercializar cannabis con fines medicinales, de investigación, industriales y recreativos.
La norma prohíbe todo tipo de publicidad de los productos de cannabis psicoactivo; y el Gobierno promoverá campañas educativas y publicitarias para concientizar a la población sobre los riesgos de su consumo y prevenir la drogadicción.
“Para nosotros es un problema de salud pública, es un problema de cómo atendemos las adicciones en Uruguay, estamos convencidos que invisibilidad la existencia del problema no ayuda, que hay que visibilizarlo con una política de salud clara, legal, y que permita una interrelación de derechos individuales de por medio y una serie de intereses de la sociedad”, señaló Diego Cánepa, Prosecretario de la Presidencia de Uruguay.
PORTUGAL
Desde hace 12 años, Portugal no criminaliza a los usuarios de drogas, aunque no está legalizado su consumo.
Joao Gulao, Presidente del Consejo de Administración del Observatorio de Drogas de Portugal, explicó que su país es un caso excepcional en el uso de marihuana, ya que a diferencia de otros países europeos, entró muy tarde en el comercio de cannabis.
“Durante la dictadura fascista que duró hasta 1974 no teníamos problemas de drogas, éramos un país completamente aislado, era imposible viajar y no éramos un destino muy bueno para los extranjeros, la censura nos mantuvo completamente aislados. Súbitamente después de nuestra revolución de los claveles en 1974, todo cambió”, relató.
Al final de la dictadura, soldados portugueses regresaron de las antiguas colonias portuguesas –continuó el relato de Gulao-, muchos de ellos fomentaron la curiosidad entre la población al consumo de la marihuana.
“Era una sociedad completamente impreparada respecto a las drogas y con la asociación del uso de drogas a la idea de libertad, tuvimos efectivamente un boom de experimentación”, recordó.
Sin embargo, la rápida penetración de la mariguana y otras drogas en todos los sectores de la población, tuvo un efecto impensado, que a decir del Coordinador Nacional de Drogas de Portugal, fue caldo de cultivo para que la sociedad portuguesa aceptara los cambios para no criminalizar a los usuarios de marihuana.
“En poco tiempo era prácticamente imposible encontrar a una familia portuguesa que no tuviera muy cerca o dentro de sí problemas con adicciones y esto desde mi punto de vista ha sido importante para crear el ambiente social que se proporcionó de acuerdo a los cambios legislativos. Al discutir las políticas en materia de drogas, me queda claro que el tema de drogas es una cuestión de clase”, aseveró el funcionario.
La legislación portuguesa establece que una persona puede llevar hasta 10 dosis diarias de cannabis o hachís. Cada dosis puede ser de 2.5 gramos (marihuana), y 0.5 gramos (hachís). Si una persona es sorprendida con una cantidad superior a estos límites, se considera en posesión para la venta, Por otra parte, su consumo en lugares públicos no está permitido.
Al preguntar directamente a Joao Gulao, Presidente del Consejo de Administración del Observatorio de Drogas, sobre los beneficios de esta política que no criminaliza al consumidor, pero que tampoco legaliza su venta, respondió:
“En 1997, los problemas relacionados con el uso de drogas, constituían la primera preocupación entre los portugueses, hoy en la misma encuesta apareció en el número 13 de las preocupaciones. Claro que no es un problema resuelto en nuestra sociedad, pero es un problema más, no es el problema”, enfatizó.
Explicó que el Ministerio de Sanidad tiene el principal objetivo de identificar a los usuarios de drogas que requieren asistencia sanitaria y social, a fin de atenderlas y tratarlas sin criminalizarlas.
“Si miramos hacia atrás, 12 años después lo que podemos decir es que hemos hecho progresos en todo lo que son los indicadores de salud relacionados con las consecuencias del uso de drogas, hemos tenido una caída muy significativas en las cifras de SIDA, de hepatitis C y de de oras muertes relacionadas con el consumo de drogas”.
Agregó que Portugal también se ha beneficiado en materia de seguridad pública.
“Hay un retraso en el inicio del uso de drogas por los jóvenes, hay un aumento de la eficiencia de la actividad de las policías y las aduanas, que en vez de perder su tiempo con los usuarios, han dedicado su atención contra organizaciones criminales y ha incrementado la colaboración con organizaciones internacionales”, afirmó tras concluir el foro tricameral De la Prohibición a la Regulación, nuevos enfoques en política de drogas, en el Senado de la República.

Fuente: Nssoaxaca

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